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martes, 14 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 3. ¡Guerra!

RELATO: ¡GUERRA!


cuentos y relatos sobre la guerra
Estaba mirando por la ventana que daba hacia el río, por la parte opuesta a la fachada del edificio. Mi ciudad en sueños siempre se manifiesta tomando lo que he visto de otras ciudades y me gustó de algún modo subconsciente, y aquella vez no fue distinto: era una mezcla entre Ponferrada, Santiago de Compostela y San Sebastián, y la parte del río era netamente ponferradina, con el castillo templario en la parte alta de la ribera del Sil.
     Pero ese día no me gustó lo que vi, aquello me hizo gritar, el castillo estaba ardiendo, los edificios que bordeaban la orilla inferior del río, ardían igualmente. Caían bombas de lejanos aviones, y mucha gente, como yo, miraba por la ventana profiriendo gritos de espanto, otros corrían por las calles echándose las manos a la cabeza cuando veían la magnitud del desastre. Nadie nos había avisado, pero obviamente estábamos en medio de una guerra. Se oían tremendos ruidos de derrumbes a nuestro alrededor. Yo aquel día estaba sola con mi hijo pequeño, de apenas tres años, mi compañero aún no había regresado del trabajo, y tomé la decisión de salir de allí a escape. Lo tomé en brazos y huimos hacia el parque de la parte alta. 
Cuentos y relatos. Cuento corto que transcurre en una Ponferrada en guerra.
Allí algunas personas habían levantado refugios de lata, chabolas que presumían eran resistentes a las bombas, y, aunque parecían pequeñas, en su interior albergaban miles de personas. Mi compañero estaba allí, y me dijo que habían decidido venir hacia ese lugar directamente desde el trabajo, pensando que, viendo la situación, yo haría lo mismo. Él me conocía bien, era notorio. La consigna era permanecer acostados boca abajo dentro del albergue, y a través de ventanucos a ras del suelo veíamos cómo caían las bombas sobre toda la ciudad, que ardía casi completamente. Súbitamente oímos una sirena que anunciaba un bombardeo sobre el lugar en el que estábamos, así que nosotros tres salimos corriendo de allí sin pensarlo, mientras una bomba destrozaba el refugio  y cientos de personas resultaban heridas o muertas. Permanecimos escondidos entre los setos y rosales del parque, y de esa forma, las bombas dejaron de caer. Unas horas después, salimos de allí, cuando comprobamos que ya había parado el bombardeo, y nos dimos cuenta entre risas, que estábamos salvados.

     Pero mirando desde aquella colina del parque, vimos que la ciudad no era más que una pila ingente y kilométrica de cadáveres y escombros. No se veía a nadie más con vida: estábamos solos.



Si te gustó este cuento corto, tal vez te gusten estos otros:
-En el Panteón. La pequeña protagonista sueña estar en su interior, acompañando a su hermana fallecida. Pero... ¿Qué hay de raro en ello? Descúbrelo.
-Melenas. Emotivo y tierno relato corto sobre la opresión y la falta de libertad.



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¡Guerra! by Susana Villar is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional License.

miércoles, 8 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 2. En el panteón

RELATO: EN EL PANTEÓN


cuentos y relatos
Mi hermana pequeña había enfermado. Tenía apenas dos años y todos nos habíamos encariñado tremendamente con ella, por su carácter mimoso y zalamero. Pero un mal día, o más bien, una mala noche, ella dejó de vivir. Horrible noticia. Lloré amargamente, como sintiéndome culpable por no haber sido capaz de haber espantado la enfermedad del cuerpo de mi hermana;  yo no era médico por lo que mi responsabilidad en esta muerte no existía, y sin embargo  me sentía culpable. Había  sido la sensación más desagradable que jamás me tocó soñar, aunque no sería la única.
     Se oficiaron los funerales, muchas personas llenaban la iglesia, y como era costumbre en el siglo XIX, el sepelio tuvo lugar en el cementerio que rodeaba la iglesia, en el panteón familiar, pues gozábamos de una alta posición social.
     Cerraron la puerta de barrotes de hierro negro. Los ataúdes de cristal de toda la familia yacían allí, a la vista, y su visión provocaba en mí tremenda congoja, forraban las paredes y el polvo se acumulaba sobre todos ellos, aumentando mi desazón. ¿Se habrían equivocado? Me habían dejado dentro de aquel lugar, en cuyo centro descansaba el ataúd transparente de mi hermana. Grité con todas mis fuerzas, pero vi cómo toda mi familia, enlutada de arriba abajo, se iba de aquel lugar dejándome allí, con el cadáver de mi hermana, sin hacer caso de mis lamentos. La decoración del panteón había variado, ahora dos ataúdes de cristal transparente descansaban en su centro.
     Así que esa era la explicación de todo. Las dos estábamos ya del mismo lado, mas, ¿cuánto tiempo llevaba yo en aquel lugar? ¿Fue la llegada de mi hermana lo que me hizo salir de mi mortaja? La miraba dormida en su cama de cristal, y nunca me había sentido tan triste.

     Aún recuerdo la visión de la luna en cuarto menguante, iluminando las vetustas cruces de las otras sepulturas, a través de los barrotes de la puerta.



Si te gusto este cuento, seguro que te encantará este otro, que también va de sueños:
-Caida libre. El protagonista nos habla de su atroz vértigo y de un abominable y recurrente sueño.

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lunes, 6 de julio de 2015

lady relatos: relato corto sobre la opresión y el ansia de libertad

RELATO: MELENAS


relatos y cuentos cortos.
Melenas había nacido libre. Era un caballo de hermosa planta, alto, fibroso, de brillante piel negra y largas crines. Melenas sabía correr como el viento, alzarse de manos hacia las nubes y rodearse de otros que, como él, sólo aspiraban a vivir en la naturaleza, felices. Melenas trotaba, pastaba y amaba tiernamente a Lunita, la yegua por la que había abandonado a sus padres. Melenas y Lunita tenían dos preciosos potrillos que crecían felices a su lado. Pero un día unos hombres que pasaban por aquellas praderas americanas lo vieron, y, sin piedad, le tendieron una emboscada. Lunita pudo escapar, pero Melenas fue secuestrado y llevado a un rancho lejano. Ya no era libre. Ya no era feliz.

miércoles, 1 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 1. Caída libre

CUENTOS DE SUEÑOS, 1. CAÍDA  LIBRE


Lo clásico. Me encontraba parada frente al precipicio, tranquila, mirando hacia abajo. Teniendo en cuenta mi vértigo ancestral, mi terrible miedo a las alturas, no dejaba de ser algo extraño en mí. Yo soy la clásica que tiembla ante la perspectiva de tener que alcanzar algo en altura, y tener que subir a una silla o escalera para llegar, y dadas mis escuetas medidas a lo alto, era algo a lo que me enfrentaba casi a diario.

Relatos y cuentos sobre sueños     Y allí estaba yo. Sola. Mirando hacia el vacío. El tiempo pasaba lento, y no parecía variar mi situación frente a la nada. No se veía el fondo, pero eso no parecía inquietarme.

     En un momento dado, una mano invisible me empujó en dirección al vacío, y me dejé llevar. Al principio grité desesperada por lo inminente de mi final. Pero no se producía, porque el fondo no llegaba. Me callé y traté de concentrarme en divisar el suelo, pero no se veía, y mi velocidad era endemoniada, caía y el terror se apoderó de mí por lo prolongado de la certeza del final, porque inexorablemente yo no vería terminar el nuevo día que acababa de nacer. La locura sustituyó al susto, y llegué a rogar para que aquello concluyese cuanto antes, pero el suelo no parecía existir, y mi velocidad aumentaba hasta límites que producían dolor.

     El fin no llegaba, y me preguntaba si el infierno se parecería a esto que me tocaba vivir. Cada noche lo mismo. Cómo odiaba en aquellos días mis sueños.

     Nunca dejé de caer, y nunca un abismo fue tan profundo. Descubrí el valor de lo eterno. 



Si te gustó esta historia corta, tal vez te gusten estas otras:

-En el Panteón. La pequeña protagonista sueña estar en su interior, acompañando a su hermana fallecida. Pero... ¿Qué hay de raro en ello?
-Toulouse to lose. Atmosférico e intenso, ambientado en el París bohemio de Toulouse-Lautrec.

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Caída libre by Susana Villar is licensed under a Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional License.

martes, 30 de junio de 2015

lady relatos: Diálogo entre Nefertiti y Amenofis (Akhenatón)

Relato: Amarna o el principio de todo


Cuentos y relatos. Cuento corto sobre el antiguo Egipto.
-Saldremos mañana en cuanto amanezca –dijo Amenofis mientras miraba hacia un horizonte adornado por innumerables tonos de amarillo.
-Nos buscarán y nos matarán –aseguró Nefertiti, la esposa del faraón-. Ellos no se van a resignar. Estás haciendo historia, pero no podrás disfrutar de la leyenda que hoy nace. Se está levantando aire. Es peligroso cruzar el desierto en estas condiciones.
-Llevan años construyendo el que tras el viaje que mañana emprendemos se convertirá en nuestro hogar. Un hogar en el que nos sentiremos seguros. Es maravilloso, querida esposa. Allí llegarán más hijos que bendecirán nuestra vejez.
-Amarna. Ya. La ciudad de Tebas se ha quedado pequeña para tus pretensiones. No nos dejarán llegar a la vejez, si crees en otra cosa muestras una ingenuidad impropia de un faraón. Conspirarán para matarnos y así restituir el poder a la clase sacerdotal.
-No pretendo más que instaurar la razón. No hay más dios que Atón, esa bola amarilla que da color a la arena del desierto. No se necesitan sacerdotes para adorarlo, yo seré el mediador entre el pueblo y el dios. Nada más. El sol nos da luz, calor, rige las estaciones y nos proporciona cosechas. Cuando se digna en honrarnos con su presencia trae alegría a los corazones de los hombres. Se lo debemos todo, y fragmentar la devoción que sólo a él le pertenece  es un acto injusto que yo califico de…
-…de lo mismo que los sacerdotes te acusan hoy a ti. Te acusan de herejía y sacrilegio. Niegas el carácter sagrado del resto de divinidades, esas que han sobrevivido el paso del tiempo hasta que llegaste tú y te empeñaste en cambiarlo todo. Podríamos vivir tan felices sin esta locura que has desatado. Tiembla mi alma de pensar que acabaremos asesinados en cualquier esquina y tirados en cualquier fosa sin someternos al rito que por realeza nos corresponde. Eso significa que nuestra muerte, cuando llegue, será definitiva.
cuentos y relatos
Akhenatón y Nefertiti
Amenofis IV mudó el color de su rostro, que tomó un tono rojizo, camuflando la ira que sentía ante la verdad. Sólo a ella le toleraba esos arranques de sinceridad. No era el primero que por mucho menos había servido de aperitivo a los cocodrilos.
-Ya no pueden acusarme de nada, porque Amenofis ha muerto. Nos espera ya toda la corte para la ceremonia. Hoy me coronan en la nueva fe con un nombre que saldrá en todos los cartuchos que de mí hablen en adelante. Seremos Akhenatón I y su esposa Nefertiti, la mujer más hermosa que el único dios llamado Atón ha otorgado jamás a un hombre.
-¿A un hombre? ¿Acaso no eres tú un dios como tu condición de faraón hace suponer?
-Sólo hay un dios, y no soy yo. Las cosas van a cambiar.
Mientras tomaba de la mano a su esposa, el faraón pensaba. Pero le fue imposible hacerse una idea de cómo iban a cambiar las cosas.



Si te gustó este relato, tal vez te gusten estos:
-Toulouse to lose. Atmosférico e intenso relato ambientado en el París bohemio de Toulouse-Lautrec.
-Caida libre. Microrrelato en el que el protagonista nos habla de su atroz vértigo y de un abominable y recurrente sueño.

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lunes, 22 de junio de 2015

lady relatos: Toulouse to lose

Relato: Toulouse to lose

París, 1892


Bailarinas. Cuentos y relatos sobre el París bohemio de Toulouse-Lautrec.
"La estrella o bailarina en escuela".
Degas, 1878
Henri asistía al Moulin Rouge como cada noche. Le gustaba moverse entre la farándula, los ilustres que pululaban por allí, pero sobre todo, entre las chicas. Henri estaba obsesionado con una de ellas, Camille Couret, que brillaba entre las otras por parecer la menos llamativa de todas. Camille gozaba de una juventud carente de ilusiones, pero las lágrimas de su hijo cada día le obligaban a ejercer como bailarina muy a su pesar. Con aquel empleo lo alimentaba y vestía profusamente en un París tan gris como la masa de pobres que la surcaban desde el Sena hasta Montmartre. Aquel barrio tan cuajado de estrellas del arte que sólo caminando por sus calles se alimentaba el espíritu, los talleres, los pintores callejeros, la bohemia que desprendía cada poro de piel entre aquellas añejas cuestas e interminables escaleras.