En
algún lugar del multiverso
Curioseaban
mientras sus espíritus revoloteaban alrededor del candidato.
-Observa, Heinrich, mi trabajo está dando sus
frutos; míralos, pobres diablos, que elevan al poder a uno de mis cachorros más
entusiastas. Y los que vendrán después. Debo decir que siento una profunda emoción
que hace tambalear mi psicopatía, casi siento empatía por mis valientes.
-Siempre te dije que bajar el nivel en los
colegios era fundamental para conseguir nuestros fines, Adolf. Funciona a largo
plazo, ya lo estamos viendo.
-Estamos de acuerdo. Pero míralos, cómo unos se
llevan las manos a la cabeza, mientras otros disparan sus rifles al aire para
celebrarlo. Todo me lo deben a mí, que he sido el compositor de la ideología
que más está creciendo en el mundo.
-Aumenta a ojos vista, führer, es imparable.
-Sí. Es maravilloso, Heinrich. Los
siguientes que nos glorificarán serán los franceses. Vámonos ahora, dejemos que
se preparen para la gran guerra. Sin duda será la última.
Los espíritus abandonaron el salón del
hotel neoyorquino donde se celebraba la victoria del candidato republicano.
Amenaza
cumplida. No hay lugar al que huir ni sitio en el que esconderse. El reloj del
fin echó a andar, tras años esperando su turno. Entonces regresaron las palabras
del poeta:
“El
futuro es incierto y el fin siempre está cerca”.
Dormir, tal vez soñar con otra realidad libre del odio y la sinrazón.
En algún lugar del multiverso de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons
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