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jueves, 10 de septiembre de 2015

lady relatos: Dignitas dignitatis

Relato: Dignitas dignitatis


cuentos y relatos sobre la dignidad y la libertad
La familia malvivía en una casita humilde a las afueras del pueblo. La casa lucía desconchones, grietas, presentaba goteras cuando llovía, y una sobria lareira servía de cocina y calefacción en invierno. La familia estaba compuesta por una abuela muy desgastada por el sufrimiento, viuda desde hacía una década tras cuarenta y tantos años de feliz matrimonio, del cual sólo conservaba un nieto y una nieta. Los padres de los niños habían muerto, uno en un accidente de tractor durante sus labores en el campo seis años atrás, y la hija de la anciana se había dejado la vida en el parto de la hija menor, que tenía doce años; el niño tenía catorce. Los niños no iban al colegio, la abuela les enseñó a leer, a escribir y las cuatro reglas, pues en esa casa tan humilde había libros que habían heredado de su madre, y ellos constituían su mayor tesoro.
No tenían nada, se alumbraban con velas, recogían el agua de un manantial cercano, la tecnología no había llegado a aquel hogar. La mayor parte de los días casi no comían, estaban tan delgados que en el pueblo los llamaban Los Sombra. Sobrevivían de lo que recogían del campo, fruta, verduras que los amables campesinos les regalaban porque conocían las estrecheces que pasaban. Los niños habían aprendido a cazar conejos y pájaros que les alimentaban casi a diario, y con pocos años más aspiraban a aprender a cazar jabalíes. También pescaban truchas arco iris del río cercano, y cuando eso pasaba, aquella casa parecía una fiesta.
-Sí, abuela, cuando sea mayor cazaré jabalíes, así podremos curar su carne y comer todo el invierno. No pasaremos más hambre.
-¡Mi querido nieto! ¡Qué ideas tan grandes tienes! Pero no sé si llegaré a verlas, soy muy mayor ya, y siento que mis fuerzas se van agotando.
-¡Abuela, no digas esas cosas! Tienes que aguantar por nosotros. Este año, como ya somos mayores, vamos a preparar un pequeño huerto de hortalizas y árboles frutales aquí al lado y nosotros lo cuidaremos, así no tendremos que depender de la caridad ajena.
-¡Mis niños ya tienen proyectos de futuro!
-Sí, y te necesitamos con nosotros. Llegaremos todos los días muy cansados y necesitaremos a alguien que nos reciba con un abrazo, una manta y un plato caliente
  –dijo el niño.
-¡Contad conmigo, queridos míos!
Al día siguiente los niños se dirigieron al ayuntamiento del pueblo al que pertenecían  para hablar con el alcalde y contarle sus proyectos. Pero el alcalde no reaccionó como esperaban.
-La tierra que rodea la casa en que vivís no es vuestra, sino de la comunidad, por lo que, aunque lleva toda la vida baldía, si la cultiváis tendréis que entregar la mitad de lo que saquéis en beneficio de ésta.
-¿La mitad?
-Así es la ley. Pero no queremos vuestras lechugas, sino los rendimientos económicos que os proporcionen. Tendréis que vender vuestra producción en el mercado y entregarnos la mitad.
-Pero si nosotros sólo queremos trabajar esa tierra para comer lo que nos dé.
-No es posible. Ah, y por cierto, está prohibido cazar sin pagar un impuesto que vosotros no podéis costear, es sólo para la clase pudiente del pueblo. Y si pescáis, que sepáis que está prohibida la pesca con muerte. El pescado debe regresar siempre al agua. Además, vosotros tomáis el agua del manantial del Rebrazal. Ese manantial ha sido comprado por una empresa que embotella agua, así que tenéis que dejar de beber de allí.
-¡Pero usted está ahogando nuestras ansias de mejorar, de vivir dignamente!
-La ley es la ley.
-¡Pues esta ley es injusta, a medida de mandamases como usted!
-¡Chico, guarda esa lengua o llamo a las fuerzas de seguridad para que te encierren! Es más… esa casa en la que vivís ni siquiera os pertenece, porque no habéis pagado el impuesto sobre la herencia de vuestros padres. Esa casa pertenece al estado. Muy bien, tenéis una semana para desalojarla.
Los chicos salieron del consistorio llorando. No querían dar a su abuela el disgusto de tener que abandonar el muy humilde hogar a su edad, así que se dirigieron a la plaza del mercado del pueblo, se sentaron en el suelo con una pancarta que decía:
“NOS ECHAN DE NUESTRA CASA, NOS NIEGAN EL TRABAJO Y EL PAN. POR EL DERECHO A UNA VIDA DIGNA.”
La gente se paraba a mirarlos, y les echaban monedas, como si todo se arreglase de esa manera. Algunos se sumaron a sus reivindicaciones y se sentaron con ellos. Cuando llevaban varias horas allí, el mercado se encontraba lleno de gente sentada apoyando a los chicos.
Entonces el alcalde llamó a las fuerzas de seguridad del estado, que empezó a golpes con todos ellos, hasta que el grupo se dispersó y los hermanos fueron encerrados con los cargos de agitación social. Se les acusó de subversión, de rebeldía y de haber promovido disturbios en la plaza del pueblo. El mismo alcalde, que también era legislador y juez, les juzgó y les cayeron tres años de cárcel y una multa que jamás podrían pagar. Finalmente, la abuela fue desahuciada.
La anciana había sido acogida en casa de unos vecinos que se apiadaron de ella al verla sola, vagando sin hogar. Ayudaba en las tareas domésticas y siempre se sentaba en el porche para ver si por fin regresaban sus nietos de tan terrible encierro.
La ley había destrozado su vida y la de su familia.
Ellos, que sólo querían trabajar y vivir con dignidad.
Pero, cuando apenas llevaban en la cárcel del pueblo unos días, los vecinos se rebelaron contra la situación. No podían permitir que aquel cacique inmoral hundiera las ansias del pueblo de mejorar, y alguien desempolvó una guillotina que tenía guardada en el sótano de su casa desde tiempos inmemoriales. El pueblo detuvo al promotor del dolor de la ciudadanía y cortó por lo sano. Los vítores de todo el mundo llegaron a los oídos de los chicos que se asían a los barrotes atenazados por la depresión. Alguien abrió la portezuela, eran libres.
Entonces los chicos abandonaron la mazmorra del consistorio y sus sueños de progreso regresaron a sus atribuladas mentes. El reencuentro con su abuela constituyó una alegría indescriptible para todos, y el regreso a su casa, también. El pueblo había hablado y ya nunca ningún alcalde se atrevería a tratar a nadie de esa manera.
Ellos, que sólo querían trabajar y vivir con dignidad.



Si te ha gustado este cuento corto, seguro que te gustarán estos:
-El mismo cadalso. Sentir la guillotina en primera persona y ser feliz son dos cosas aparentemente incompatibles. Sólo aparentemente...
-Surréaliste. El protagonista de este intenso relato corto escapa de sus secuestradores, pero encuentra cosas inexplicables en su huida.

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Dignitas Dignitatis de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons

miércoles, 2 de septiembre de 2015

lady relatos: Una distopía no tan lejana

Relato: Una distopía no tan lejana


Cuentos y relatos sobre el dictador. La dictadura.
Aquel presidente del gobierno metía miedo. Pertenecía a esa ideología que segregaba, dividía, discriminaba y exprimía el dinero, la moral y la vida de los que no pensaban así. Su aspecto era terrible: Una cara larga acanalada por arrugas profundas y con grandes ojos estrábicos; una boca superlativa en la que los dientes sobresalían y sus colmillos, torcidos e indiscretos, parecían esperar un cuello al que echar el diente; unas orejas de soplillo y enorme tamaño; una calvicie más que evidente sobre una base canosa; unas narices enormes, anchísimas y llenas de viruelas. Una sonrisa estentórea permanente y una de sus cejas hacia arriba como cuestionándoselo todo. Una barba de chivo incipiente y tan áspera como su carácter. Y bajo esa asimetría que lo convertía en un ser difícil del ver, se escondía una personalidad abyecta, que ejercía de político pero que en realidad sólo deseaba llenar sus arcas personales de dinero de la forma que fuera, total, él mismo se había dado las leyes que lo protegerían en caso de ser cazado en algún renuncio ante una sociedad cada vez menos crítica, más preocupada por mal sobrevivir que por la actividad de sus mandatarios. La democracia se había ensañado aquella vez con los ciudadanos.
-Éste es el último invento, señor. Es tal y como nos lo pidió. Vea.
La pantalla del ordenador mostró una sociedad virtual formada por personas aparentemente felices y bien vestidas que paseaban por las calles portando una pequeña mochila a la espalda, de la que salía un tubo que iba directamente conectado al cuello de cada uno a través de un chip. 
-El dispositivo va conectado directamente desde la mochila directamente al cuello, así los controles serán muy precisos. 
-¿Y está en la mochila? ¿Se puede mojar?
Cuentos y relatos sobre el dictador. La dictadura.-Sí, está recubierto por una superficie plástica que lo aísla de la humedad y otras circunstancias climáticas. La señal con las mediciones llega a la base de datos de la matriz que está aquí mismo, en el Ministerio. El tubito que sale de la mochila va conectado al cuello mediante un collar ceñido con un chip que capta las entradas de aire que se produzcan por la nariz o por la boca, es indiferente. Pero hay más. Si algún ciudadano no paga su recibo, mire lo que pasa…
En la pantalla las personas seguían paseando por la calle tranquilamente y portando la pequeña mochila. De repente se vio cómo una de ellas se desplomaba directamente sobre la acera. El hombre se cogía a sí mismo por el cuello y pataleaba en clara señal de lo que le estaba pasando: se estaba ahogando, sin más. En pocos instantes había muerto.
-Se les envía un requerimiento de pago hasta en dos ocasiones, y si no abonan el precio estipulado con arreglo a su consumo y los peajes correspondientes que usted establecerá, se les corta el suministro. El chip del cuello les ahoga, literalmente.
-Buen invento éste –comentó el presidente-. Nos vamos a hacer de oro con lo que nos dé. Enhorabuena. ¿Policía? Hay una persona amenazándome. Vengan a sacarlo de aquí enseguida.
Cuentos y relatos sobre el dictador. La dictadura.-¡Pero señor aquí no hay nadie más que yo y no le estoy molestando!
-Sabes demasiado. Policía, está aquí, pasen deprisa. Enciérrenlo.
-Muy bien, pero que muy bien –musitó el presidente mientras se mesaba su corta barba de chivo-, muy buena idea la de los contadores de oxígeno. Tendrán que pagar porque les irá la vida en ello.
Y soltó una risa sardónica que hizo marchitarse al pequeño ramo de flores que hasta entonces lucía ajeno a todo en un florero sobre la mesa.

Estábamos perdidos. Una forma de robo legal más. Del científico que había creado el invento de extorsión nunca más se supo. La guerra iba a ser inevitable.



Si te ha gustado este cuento corto, seguro que te gustarán estos:
-El mismo cadalso. Sentir la guillotina en primera persona y ser feliz son dos cosas aparentemente incompatibles. Sólo aparentemente...
-Surréaliste. El protagonista de este intenso relato corto escapa de sus secuestradores, pero encuentra cosas inexplicables en su huida.


Llicència de Creative Commons
Una distopia no tan lejana de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons

miércoles, 26 de agosto de 2015

lady relatos: El otro Osiris

Relato: El otro Osiris (No apto para cardiacos)



Cuentos y relatos de terror.
Ella era una gran aficionada a la Historia, sobre todo de la antigua. Devoraba libros sobre el pasado, tomaba notas en un gran cuaderno, admiraba y se sobrecogía al mismo tiempo. Miraba a través de la ventana del tiempo tratando de recomponer una visión del mundo a través de sus héroes más queridos y también de los más que más odiaba. Temblaba de placer leyendo sobre las gestas de grandes conquistadores como Atila, Alejandro magno o Napoleón, las intrigas de palacio, las andanzas de los dioses de la antigüedad, con sus tramas casi novelescas. Pero de todas ellas, había una que le sedujo desde que conoció la leyenda, la historia de una de las grandes amantes de la historia: Isis, la diosa que tanto amaba a Osiris, que no dudó en buscarlo por medio mundo, él atrapado en un cajón viajando por el Nilo y acabada su vida en pedacitos perdidos en el sagrado río, traicionado por Seth, su hermano que codiciaba el trono. Lo que no sabía ella era que un día esa historia trataría de volverse real.
Porque Elaine, así se llamaba, estaba casada desde hacía veintitantos años con Mike. No tenía hijos de su marido, con el que mantenía una relación de amor madura y que parecía sobreponerse a todos los obstáculos, incluido el de su incapacidad para engendrar. Su vida transcurría feliz entre su trabajo de historiadora de la universidad y su vida en casa con Mike. Impartía clases a jóvenes que aspiraban sólo a vivir de la docencia, pues aquella materia no gozaba de las mejores salidas laborales. De todos sus alumnos, destacaba uno que siempre se hacía el encontradizo con ella, llamado Joseph. Le hablaba entre balbuceos casi incomprensibles, la voz se le trababa, se le caían los libros al suelo, las gafas… sufría todos los síntomas de haberse enamorado de su profesora. Ella no lo pensaba, creía que se trataba sólo de un chico patoso, un tanto tímido y terriblemente despistado para sus cosas. Ella ignoraba la realidad. No le hacía caso, apenas cruzaba con él alguna palabra suelta, no más conversaciones que las meramente académicas.
Cuentos y relatos de terrorUna tarde, Elaine se llevó el susto de su vida. Al regresar a casa encontró en su salón una imagen que jamás hubieran diseñado sus peores pesadillas. Su marido permanecía amordazado y atado a una silla, mientras el estudiante le apuntaba con una pistola. No cerró la puerta de la calle, esperando así que el drama que allí se estaba cocinando no llegase a culminarse.
Ella le conminó a dejar el arma en el suelo, asunto que el joven no atendió. Entonces, ocurrió algo horroroso: el joven sacó de detrás del sofá una sierra mecánica, amenazando directamente al asustado Mike, que no entendía nada.
-¡Así podrás recomponer su cuerpo, como hizo Isis! ¡Y lo hizo bien, luego tuvo un hijo con él! Si no funciona puedes tenerlo conmigo.
-¿Eso querrías? ¿Qué tuviese un hijo contigo? –contestó temblando aunque tratando de disimularlo.
-Así podrías cumplir tu sueño. Él no puede.
-Pero bueno, ¿cómo sabes tú eso? ¿De dónde lo has sacado? Si no hemos tenido hijos es porque no hemos querido.
-No es cierto y lo sabes. Los informes de vuestra clínica privada dicen otra cosa.
-¡Es el colmo! ¿Has estado investigándonos? ¿Por qué?
-¿Debo explicarlo aquí? No eres feliz. Yo puedo arreglar eso. Trocearemos a Mike y luego pegaremos sus fragmentos. Después podrás tener sexo con él y entonces tendrás a tu hijo, al que pondrás por nombre Horus.
-Joseph, sal de esta casa.
-¡Cállate ya! Yo sólo quiero ayudar.
-¿Ayudar matando a mi marido? ¿Eso es ayudar a quién? ¿A ti?
Cuentos y relatos de terror
Resultó que Mary, la amiga y vecina de Elaine, que solía pasarse por casa de su amiga por las tardes, al ver lo que sucedía a través de la puerta abierta, permaneció escondida y cuando pudo durante una distracción del estudiante, huyó al exterior. Llamó a la policía, que se personó en el domicilio en pocos instantes.
Joseph fue detenido y el libro sobre Isis y Osiris guardado en el desván en una caja bajo siete llaves. Elaine y Mike se mudaron a otra ciudad para intentar continuar con su vida. El enamorado estudiante fue encarcelado por intento de asesinato.
En la pared de su celda, Joseph escribía frases que le recordaban por qué estaba allí:
“En esta caja, Seth, mi hermano traidor, me ha encerrado. Seré pasto de cocodrilos y demás fieras, pero ella volverá para unir mis restos y amarme hasta darme un hijo”.

Joseph el Loco, o como él se hacía llamar en aquel penal, El otro Osiris.



Si te ha gustado este cuento corto, seguro que te gustarán estos:
-El mismo cadalso. Sentir la guillotina en primera persona y ser feliz son dos cosas aparentemente incompatibles. Sólo aparentemente...
-Surréaliste. El protagonista de este intenso relato corto escapa de sus secuestradores, pero encuentra cosas inexplicables en su huida.


Llicència de Creative Commons
El otro Osiris de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons

miércoles, 19 de agosto de 2015

lady relatos: Kuné

Relato: Kuné


cuentos sobre el hambre
-No vayas. No veo que te vaya a ir bien. Hay demasiadas señales que me llegan, y son todas negativas.
 La voz de la hechicera sonó contundente. Kuné llevaba demasiado tiempo esperando el momento de levantar el vuelo hacia Europa, y nadie iba a quitarle la ilusión. En su pueblo llevaban muchos años soportando una guerra que nadie quería, pero que parecía orquestada desde el mismo Occidente para, en medio de la confusión y la ruina, poder seguir llevándose el coltán sin que los beneficios que de él se derivaban repercutiesen de alguna manera en la tierra en la que se extraía.
-Occidente nos lo debe. Nos debe un lugar a cada uno de los que explota y mantiene muerto de hambre, en guerra, con las familias cada vez más disminuidas por la mala situación, y que ellos han provocado. Occidente debe sacarnos de esta situación. Por eso tengo que ir –le contestó-. Necesitan el coltán para esos teléfonos que tienen tan modernos. Y para sus ordenadores. Por eso, aunque ellos no lo admitan, nuestra tierra es la que abunda en riqueza, no la suya. Pero ellos nos la roban cada día y se hacen millonarios, mientras aquí nos matamos entre nosotros. No quiero vivir eso nunca más. Ni trabajar para el hombre blanco por un dólar al día. Quiero ver París y buscar trabajo allí. Me irá bien, con la ayuda de Dios.
-Como quieras –dijo la anciana-. Si esa es tu determinación, no seré yo quien te frene. Pero mi obligación es decirte que los espíritus revelan que tendrás problemas en tu viaje.

miércoles, 12 de agosto de 2015

lady relatos: El Amo del Bosque

Relato: El Amo del Bosque


Cuentos y relatos sobre el respeto a la naturaleza.
Ellas regresaban cada día por el mismo camino, un bosque de eucaliptos. Eran tres, una amiga y dos hermanas, las tres adolescentes más rubias del instituto. Se llevaban bien, permanecían juntas cada día durante las clases, durante los recreos, durante las tediosas horas libres del instituto. Se trataba de un grupo cerrado, las hermanas se llamaban Sandra y Elisa, Marta la amiga. Tenían en común las cosas que todos los adolescentes parecen tener, sus revelaciones que todos descubrimos de la vida, sus pequeñas conspiraciones con chicos que empezaban a despertar en ellas sentimientos nunca antes vividos, pero sobre todo, lo que más conversaciones iniciaba eran sus dudas acerca de todo. Dudas sobre el sentido de la vida, sobre la muerte, sobre el amor, dudas, preguntas, vacilaciones que parecían no satisfacerse nunca. Ellas eran hermosas, pero una sombra oscura atravesaba sus miradas. Algo en ellas era diferente a los demás de su edad. Cada día atravesaban el bosque siempre advertidas por sus familias de que el mejor camino era el de la acera que llevaba desde el centro de estudios a casa, pero ellas siempre tomaban ese atajo a través del campo que separaba el instituto de la urbanización en la que vivían.
Él lo sabía. Las veía pasar cada día con sus mochilas a la espalda cargadas de libros, pensaba él. Le gustaba una de ellas, Sandra, la más rubia de las tres, la que parecía la más callada. El hombre se escondía cada día tras los árboles esperando no ser descubierto, pues había concebido un plan para conquistar a la bella que le quitaba el sueño. Nunca las había visto por separado, siempre iban juntas, así que la empresa le parecía difícil. Él las había seguido al instituto y había recopilado datos sobre Sandra, de tal modo que creía saberlo todo de ella. Un día supo que el instituto organizaba un baile de alumnos, así que resolvió despertar en la chica el interés por un admirador desconocido como él. Escribió en papelitos que iba dejando caer por todo el bosque lemas como “Sandra, conóceme, soy tu príncipe”, “Sandra, te amo”, “Ven conmigo al baile”, “Te veo”. Esas cuatro frases cada una en varios papeles distintos. Eso despertaría su interés, seguro, pensaba él.
Cuentos y relatos sobre el respeto al bosque.Cuando al día siguiente de sembrar todo el bosque de papelitos, ellas se dieron cuenta del estado de suciedad en el que se encontraba aquel lugar, y sin leer ni uno de ellos, decidieron cambiar de ruta. Eso desesperó al hombre, que resolvió presentarse por la tremenda ante ella, corriendo el riesgo de sufrir un rechazo.
-Sandra –le dijo un día ante la atónita mirada de las tres-. ¿Tendrías un momento para mí? Desearía hablar contigo.
-No te conozco, y por tanto no debo ir contigo a ningún sitio –respondió tajante.
-¡Será sólo un momento! No te entretendré, te lo prometo. Es que quiero darte algo.
Las tres se quedaron mirando asombradas. ¿Qué sería lo que quería darle? Sandra claudicó, para sorpresa del hombre. Su curiosidad pudo con su sensatez.
-Bien, ¿qué es? –preguntó.
-Esto –y le dio un beso en la boca. Sandra reaccionó propinándole un sonoro bofetón.
-Así que era eso –dijo-. Sexo, sólo sexo. Todos sois iguales. Dais asco.
-No, no. Yo soy distinto. Soy capaz de cualquier cosa por ti. 
-¿Cualquier cosa? –inquirió divertida.
-Lo que sea.
-Bien, entonces quiero que ahora mismo vayas al bosque y recojas toda la basura que hay tirada por todos los sitios.
-¿Cómo lo has sabido? –preguntó él.
-No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que tú estás detrás de cada papel que ha ensuciado el bosque. Y cuando hayas terminado pasaremos revista. Y entonces ya veremos.
Cuentos y relatos sobre el respeto a la naturaleza.El hombre se marcho y pasó el día entero recogiendo papeles. Horas después ya estaba todo listo. Salió al paso de las jóvenes y les contó que todo estaba ya limpio.
-Bien, entonces quiero que hoy a medianoche me esperes en la parte central de ese bosque. Hoy te entregarás a mí.
El hombre no cabía en sí de gozo. ¡Entregarse a ella! ¡Mucho más de lo que había esperado!
Llegó la noche. El reloj dio las doce y el hombre llegó puntualmente, se sentó en una piedra cuadrada que destacaba en un claro en el que no había árboles y desde el cual se veía la luna y todo el firmamento, esperando a su amada. 
Pero ¡ay! su amada no llegó nunca. A veces el amor sale demasiado caro. Una jauría de perros asilvestrados le rodeó y se lo llevó a la espesura para hacer justicia. El hombre trató de resistirse, pero fue inútil. Su cuerpo les sirvió de alimento y en poco rato ya no quedaba nada de él.
Las jóvenes, no lo habíamos dicho, pertenecían a una logia de defensa de los montes, llamada El Amo del Bosque. La pena por ensuciar o quemar un espacio natural, protegido o no, era servir de festín para los perros. 
Ni que decir tiene que, en esa comarca nunca ardía un monte, es más, sus vitrinas lucían numerosos premios por su labor de cuidado de la naturaleza.
Aunque muchos de esos reconocimientos hubiesen supuesto la muerte de un incauto.

Sí, definitivamente, a veces el amor se cobra un precio demasiado alto.



Si te ha gustado este cuento corto, seguro que te gustarán estos:
-El mismo cadalso. Sentir la guillotina en primera persona y ser feliz son dos cosas aparentemente incompatibles. Sólo aparentemente...
-Surréaliste. El protagonista de este intenso relato corto escapa de sus secuestradores, pero encuentra cosas inexplicables en su huida.


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El Amo del Bosque de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons

miércoles, 5 de agosto de 2015

lady relatos: El mismo cadalso

Relato: El mismo cadalso


Cuentos y relatos sobre la Revolución
-Nicolas-Jacques Pelletier, por el poder que nos concede el pueblo, este tribunal le condena a la pena capital mediante el procedimiento de la guillotina. La pena se cumplirá mañana a mediodía en la Plaza de la Revolución.
La gente exclamó de gozo. Por fin un entretenimiento en las largas y grises jornadas de París, y además sin coste para el pueblo. Todos regresaron a sus casas felices, salvo el propio Pelletier. Se trataba de un asaltante de caminos que se buscaba la vida en las bolsas de los poderosos que recorrían las rutas del país en sus lujosos carruajes. Si hubiera desarrollado su actividad en callejas de la capital no habría sido detenido con tanta celeridad, pero, como molestaba a la nobleza, enseguida dieron con él. Y es que no podía permitirse ese libertinaje entre las masas de la nueva Francia. 

miércoles, 29 de julio de 2015

lady relatos: Surréaliste

Relato: Surréaliste


Cuentos y relatos sobre el miedo al secuestroManuel corrió desesperadamente. Había logrado escaparse de sus captores mientras ellos mantenían una estúpida discusión sobre quién iba a torturarlo primero. Se había soltado las manos subrepticiamente de la cuerda con que le habían maniatado, y después había puesto pies en polvorosa. Aquel bosque tupido de altos chopos parecía no terminarse nunca, mientras ponía tierra de por medio. Sudaba en abundancia, y las heridas de las piernas y su costado se mostraban impúdicamente abiertas. La sangre manaba con profusión, pero eran tantas sus ansias de salir de aquella situación, que la adrenalina le llevaba a correr como si su cuerpo se encontrase ileso y en forma.
Recordaba vagamente lo sucedido mientras corría e intentaba ocultarse tras la espesa masa arbórea. Había salido de casa como siempre, en dirección a su trabajo. Se disponía a entrar en su coche, cuando dos encapuchados armados le encañonaron y le amenazaron con disparar si no entraba en la furgoneta que se encontraba aparcada justo detrás de su coche. Manuel Gómez reaccionó dejándose llevar. Se subió a la furgoneta con las manos sobre la cabeza mientras el miedo se iba apoderando de él. Cuando llegaron a esa chopera, fue encañonado y obligado a andar hacia atrás con las manos atadas, pero en un momento dado nadie le avisó de parar al aproximarse a una roca que se elevaba sobre una caída de dos metros hacia abajo, y cayó de espaldas hacia el suelo. Ahí se le habían abierto las heridas que lucía en sus piernas y en su costado al entrar en contacto violento contra varias piedras del suelo. Se levantó como pudo. Los hombres reían, parecía que aquello les divertía. 

martes, 28 de julio de 2015

lady relatos: La aparición

Relato: La aparición


cuentos y relatos sobre Roma
El día lucía maravilloso. Un cielo límpido de intenso azul adornaba la mañana berciana, invitando a los habitantes y numerosos visitantes de la comarca a disfrutar de semejante bonanza climática. Judith y Miguel habían salido temprano montados en sus bicicletas, con la intención de visitar Las Médulas, un paraje que habían conocido desde siempre en excursiones con sus familias y colegios, pero que no por eso dejaba de ejercer sobre ellos una fascinación especial; esa sucesión de picachos de tonos anaranjados que enhiestos todavía hoy surgen entre la naturaleza, la cual allí se muestra generosa, plena de verdor y trabajos pasados; esa mina a cielo abierto –o tal vez no tanto- que, transformado su producto, adornó las cabezas de emperadores orgullosos con áureas coronas de laurel que veían cómo su riqueza abundaba en el inmenso Imperio Romano, lo cual entonces era como decir del mundo; su técnica de extracción tan personal y medida, su capacidad para sondear cada metro cuadrado de la tierra y arrancar de él tan preciado mineral: el oro, escaso en general, y sin embargo abundante en el norte de la vieja Hispania. 

viernes, 24 de julio de 2015

lady relatos: Salvados

Relato: ¿Salvados?

    

El coche frenó bruscamente, pero el conductor no anduvo vivo y se le fue de la calzada. Cuando él y el otro ocupante quisieron darse cuenta, medio automóvil colgaba peligrosamente de un enorme farallón hacia abajo. Oscilaba amenazante hasta que por fin paró de zarandearse y se estabilizó.

Cuentos y relatos sobre aliens. Extraterrestres.-¡Pásame ese martillo, deprisa, que nos caemos! Menos mal que tengo aquí mi material de escalada de los domingos. Clavaré unas puntas, después pasaré esa cuerda y…
-¿Y no sería mejor intentar salir del coche sin más, abrir la puerta y salir?
-Si salimos bruscamente, todo caerá, y nosotros también. 
-Espera. Yo tengo una solución más sencilla. 

El copiloto sacó un silbato de su bolsillo y lo hizo sonar. Al momento ocurrió algo que ni su compañero de viaje ni nadie más sabía, que él guardaba un as en la manga. Un caballo blanco alado llegó volando hacia ellos.

martes, 21 de julio de 2015

lady relatos: Almas de seda blanca

Relato: Almas de seda blanca


Versalles, diciembre de 1763

Cuentos y relatos sobre la música y la igualdadHenriette se escondía siempre. No le estaba permitido asistir a los conciertos de los diferentes compositores que solían celebrarse en palacio, pero había uno que desde que llegó unos días atrás le cautivó sin remedio, y eso que no era más que un niño: Mozart, de seis tiernos años de edad. Su afición por la música del joven compositor le llenaba tanto el espíritu, que maldecía su humilde cuna cada vez que las adornadas puertas beiges del salón de conciertos se cerraban ante ella, dejándola fuera. Adoraba la viva suavidad del sonido del clavecín que tantas veces había oído tocar, pero nunca de aquella manera tan imaginativa, diestra y precisa.

jueves, 16 de julio de 2015

lady relatos: Las apariencias engañan. Bestia o ángel.

Relato: Bestia o ángel


Cuentos y relatos.
El chico quedó paralizado mientras aquella bestia amenazaba con destrozarlo. Se trataba de uno de esos perros creados en laboratorio durante la Segunda Guerra Mundial. “No debería estar permitido que perros como éste campen a sus anchas sin bozal, correa y su dueño siempre cerca”, pensaba mientras le temblaba todo el cuerpo. Y eso era mucho temblar. El perro se encontraba como a veinte metros del muchacho, y ladraba con tal insistencia, que se le hizo imposible avanzar.
Al joven le había costado una enfermedad acudir al médico para tratar esa obesidad que le estaba aislando de la sociedad: a sus veintidós años aún no había conocido mujer, pues en su enorme humanidad sólo el sudor le acompañaba tercamente, como en una alianza que nadie quiere, como un castigo que ninguno cree merecer. Su madre, sus hermanos, su único amigo habían insistido tanto y durante tanto tiempo que acabó por claudicar y visitar al endocrino. Éste le proporcionó una dieta y un plan de ejercicios que, dado el tremendo peso que sufría, consistía en salir a andar durante el primer mes rodeando la manzana de casas de su barrio, cosa que alguien en su peso no podía tomarle más allá de cinco minutos a él le llevaba media hora. Una vuelta a la manzana las primeras dos semanas, dos vueltas las dos siguientes, y así hasta el regreso a la primera revisión, un mes después. 
Inició la rutina del quinto día de la segunda semana. Caminaba con mucho esfuerzo, animado por esa ansiedad que crea el deseo de cambio, aunque pocas jornadas antes él ni se había planteado darle una vuelta tan radical a su vida: comer mejor y levantarse del sofá. Pero, mientras doblaba la primera esquina salió ese perro desconocido a ladrarle, paralizándolo de terror. Él, en lugar de hablar cariñosamente al animal para calmarlo, lo puso más nervioso, comenzó a sudar copiosa y visiblemente. El perro continuaba ladrando, y el joven ya no sabía qué hacer, si retroceder, si avanzar ignorando al perro o si pedir ayuda a gritos ante semejante alarde de mala uva.
Cuento corto sobre las falsas apariencias.Entonces ocurrió algo inesperado. Se oyó un estruendo en la calle a la que el joven trataba de acceder. Había estallado una bomba. El perro dejó de ladrar, la bomba le había alcanzado de lleno. Al retenerle, el can que parecía tan amenazante le había salvado la vida. El joven comprendió al instante y se acercó al perro para ver si podía hacer algo por él, pero el animal falleció en sus manos, mientras se las lamía. Compró un pequeño ramo de flores y lo depositó en el lugar en el cual había caído su salvador. El joven decidió dedicar al animal todo su esfuerzo para lograr su meta. Juró no olvidar aquella lección que momentos antes no supo interpretar, nunca más dejarse llevar por las apariencias, pues el perro, a pesar de su feroz aspecto, demostró tener buenas intenciones.

No obstante, si no se hubiera asustado, posiblemente habría muerto… Si no le hubieran impactado las apariencias del perro, ¡quién sabe si habría sido alcanzado por la explosión! El joven creyó aprender que es deseable no dejarse llevar por las apariencias, aunque en este caso concreto, este prejuicio le había salvado la vida.



Si te ha gustado este cuento corto, tal vez te gusten estos otros:
-En el panteón. En este cuento, la pequeña protagonista cobra conciencia en el interior del panteón familiar, donde yacen los restos de un ser querido. Pero... ¿Qué falla aquí?
-Caida libre. Este intenso relato, al igual que el anterior, pertenece a la serie de cuentos dedicados a los sueños. Esta vez, el protagonista, que padece de vértigo, sufre una odisea cada noche, en sus sueños...


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martes, 14 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 3. ¡Guerra!

RELATO: ¡GUERRA!


cuentos y relatos sobre la guerra
Estaba mirando por la ventana que daba hacia el río, por la parte opuesta a la fachada del edificio. Mi ciudad en sueños siempre se manifiesta tomando lo que he visto de otras ciudades y me gustó de algún modo subconsciente, y aquella vez no fue distinto: era una mezcla entre Ponferrada, Santiago de Compostela y San Sebastián, y la parte del río era netamente ponferradina, con el castillo templario en la parte alta de la ribera del Sil.
     Pero ese día no me gustó lo que vi, aquello me hizo gritar, el castillo estaba ardiendo, los edificios que bordeaban la orilla inferior del río, ardían igualmente. Caían bombas de lejanos aviones, y mucha gente, como yo, miraba por la ventana profiriendo gritos de espanto, otros corrían por las calles echándose las manos a la cabeza cuando veían la magnitud del desastre. Nadie nos había avisado, pero obviamente estábamos en medio de una guerra. Se oían tremendos ruidos de derrumbes a nuestro alrededor. Yo aquel día estaba sola con mi hijo pequeño, de apenas tres años, mi compañero aún no había regresado del trabajo, y tomé la decisión de salir de allí a escape. Lo tomé en brazos y huimos hacia el parque de la parte alta. 
Cuentos y relatos. Cuento corto que transcurre en una Ponferrada en guerra.
Allí algunas personas habían levantado refugios de lata, chabolas que presumían eran resistentes a las bombas, y, aunque parecían pequeñas, en su interior albergaban miles de personas. Mi compañero estaba allí, y me dijo que habían decidido venir hacia ese lugar directamente desde el trabajo, pensando que, viendo la situación, yo haría lo mismo. Él me conocía bien, era notorio. La consigna era permanecer acostados boca abajo dentro del albergue, y a través de ventanucos a ras del suelo veíamos cómo caían las bombas sobre toda la ciudad, que ardía casi completamente. Súbitamente oímos una sirena que anunciaba un bombardeo sobre el lugar en el que estábamos, así que nosotros tres salimos corriendo de allí sin pensarlo, mientras una bomba destrozaba el refugio  y cientos de personas resultaban heridas o muertas. Permanecimos escondidos entre los setos y rosales del parque, y de esa forma, las bombas dejaron de caer. Unas horas después, salimos de allí, cuando comprobamos que ya había parado el bombardeo, y nos dimos cuenta entre risas, que estábamos salvados.

     Pero mirando desde aquella colina del parque, vimos que la ciudad no era más que una pila ingente y kilométrica de cadáveres y escombros. No se veía a nadie más con vida: estábamos solos.



Si te gustó este cuento corto, tal vez te gusten estos otros:
-En el Panteón. La pequeña protagonista sueña estar en su interior, acompañando a su hermana fallecida. Pero... ¿Qué hay de raro en ello? Descúbrelo.
-Melenas. Emotivo y tierno relato corto sobre la opresión y la falta de libertad.



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miércoles, 8 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 2. En el panteón

RELATO: EN EL PANTEÓN


cuentos y relatos
Mi hermana pequeña había enfermado. Tenía apenas dos años y todos nos habíamos encariñado tremendamente con ella, por su carácter mimoso y zalamero. Pero un mal día, o más bien, una mala noche, ella dejó de vivir. Horrible noticia. Lloré amargamente, como sintiéndome culpable por no haber sido capaz de haber espantado la enfermedad del cuerpo de mi hermana;  yo no era médico por lo que mi responsabilidad en esta muerte no existía, y sin embargo  me sentía culpable. Había  sido la sensación más desagradable que jamás me tocó soñar, aunque no sería la única.
     Se oficiaron los funerales, muchas personas llenaban la iglesia, y como era costumbre en el siglo XIX, el sepelio tuvo lugar en el cementerio que rodeaba la iglesia, en el panteón familiar, pues gozábamos de una alta posición social.
     Cerraron la puerta de barrotes de hierro negro. Los ataúdes de cristal de toda la familia yacían allí, a la vista, y su visión provocaba en mí tremenda congoja, forraban las paredes y el polvo se acumulaba sobre todos ellos, aumentando mi desazón. ¿Se habrían equivocado? Me habían dejado dentro de aquel lugar, en cuyo centro descansaba el ataúd transparente de mi hermana. Grité con todas mis fuerzas, pero vi cómo toda mi familia, enlutada de arriba abajo, se iba de aquel lugar dejándome allí, con el cadáver de mi hermana, sin hacer caso de mis lamentos. La decoración del panteón había variado, ahora dos ataúdes de cristal transparente descansaban en su centro.
     Así que esa era la explicación de todo. Las dos estábamos ya del mismo lado, mas, ¿cuánto tiempo llevaba yo en aquel lugar? ¿Fue la llegada de mi hermana lo que me hizo salir de mi mortaja? La miraba dormida en su cama de cristal, y nunca me había sentido tan triste.

     Aún recuerdo la visión de la luna en cuarto menguante, iluminando las vetustas cruces de las otras sepulturas, a través de los barrotes de la puerta.



Si te gusto este cuento, seguro que te encantará este otro, que también va de sueños:
-Caida libre. El protagonista nos habla de su atroz vértigo y de un abominable y recurrente sueño.

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lunes, 6 de julio de 2015

lady relatos: relato corto sobre la opresión y el ansia de libertad

RELATO: MELENAS


relatos y cuentos cortos.
Melenas había nacido libre. Era un caballo de hermosa planta, alto, fibroso, de brillante piel negra y largas crines. Melenas sabía correr como el viento, alzarse de manos hacia las nubes y rodearse de otros que, como él, sólo aspiraban a vivir en la naturaleza, felices. Melenas trotaba, pastaba y amaba tiernamente a Lunita, la yegua por la que había abandonado a sus padres. Melenas y Lunita tenían dos preciosos potrillos que crecían felices a su lado. Pero un día unos hombres que pasaban por aquellas praderas americanas lo vieron, y, sin piedad, le tendieron una emboscada. Lunita pudo escapar, pero Melenas fue secuestrado y llevado a un rancho lejano. Ya no era libre. Ya no era feliz.

miércoles, 1 de julio de 2015

lady relatos: Cuentos de sueños, 1. Caída libre

CUENTOS DE SUEÑOS, 1. CAÍDA  LIBRE


Lo clásico. Me encontraba parada frente al precipicio, tranquila, mirando hacia abajo. Teniendo en cuenta mi vértigo ancestral, mi terrible miedo a las alturas, no dejaba de ser algo extraño en mí. Yo soy la clásica que tiembla ante la perspectiva de tener que alcanzar algo en altura, y tener que subir a una silla o escalera para llegar, y dadas mis escuetas medidas a lo alto, era algo a lo que me enfrentaba casi a diario.

Relatos y cuentos sobre sueños     Y allí estaba yo. Sola. Mirando hacia el vacío. El tiempo pasaba lento, y no parecía variar mi situación frente a la nada. No se veía el fondo, pero eso no parecía inquietarme.

     En un momento dado, una mano invisible me empujó en dirección al vacío, y me dejé llevar. Al principio grité desesperada por lo inminente de mi final. Pero no se producía, porque el fondo no llegaba. Me callé y traté de concentrarme en divisar el suelo, pero no se veía, y mi velocidad era endemoniada, caía y el terror se apoderó de mí por lo prolongado de la certeza del final, porque inexorablemente yo no vería terminar el nuevo día que acababa de nacer. La locura sustituyó al susto, y llegué a rogar para que aquello concluyese cuanto antes, pero el suelo no parecía existir, y mi velocidad aumentaba hasta límites que producían dolor.

     El fin no llegaba, y me preguntaba si el infierno se parecería a esto que me tocaba vivir. Cada noche lo mismo. Cómo odiaba en aquellos días mis sueños.

     Nunca dejé de caer, y nunca un abismo fue tan profundo. Descubrí el valor de lo eterno. 



Si te gustó esta historia corta, tal vez te gusten estas otras:

-En el Panteón. La pequeña protagonista sueña estar en su interior, acompañando a su hermana fallecida. Pero... ¿Qué hay de raro en ello?
-Toulouse to lose. Atmosférico e intenso, ambientado en el París bohemio de Toulouse-Lautrec.

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martes, 30 de junio de 2015

lady relatos: Diálogo entre Nefertiti y Amenofis (Akhenatón)

Relato: Amarna o el principio de todo


Cuentos y relatos. Cuento corto sobre el antiguo Egipto.
-Saldremos mañana en cuanto amanezca –dijo Amenofis mientras miraba hacia un horizonte adornado por innumerables tonos de amarillo.
-Nos buscarán y nos matarán –aseguró Nefertiti, la esposa del faraón-. Ellos no se van a resignar. Estás haciendo historia, pero no podrás disfrutar de la leyenda que hoy nace. Se está levantando aire. Es peligroso cruzar el desierto en estas condiciones.
-Llevan años construyendo el que tras el viaje que mañana emprendemos se convertirá en nuestro hogar. Un hogar en el que nos sentiremos seguros. Es maravilloso, querida esposa. Allí llegarán más hijos que bendecirán nuestra vejez.
-Amarna. Ya. La ciudad de Tebas se ha quedado pequeña para tus pretensiones. No nos dejarán llegar a la vejez, si crees en otra cosa muestras una ingenuidad impropia de un faraón. Conspirarán para matarnos y así restituir el poder a la clase sacerdotal.
-No pretendo más que instaurar la razón. No hay más dios que Atón, esa bola amarilla que da color a la arena del desierto. No se necesitan sacerdotes para adorarlo, yo seré el mediador entre el pueblo y el dios. Nada más. El sol nos da luz, calor, rige las estaciones y nos proporciona cosechas. Cuando se digna en honrarnos con su presencia trae alegría a los corazones de los hombres. Se lo debemos todo, y fragmentar la devoción que sólo a él le pertenece  es un acto injusto que yo califico de…
-…de lo mismo que los sacerdotes te acusan hoy a ti. Te acusan de herejía y sacrilegio. Niegas el carácter sagrado del resto de divinidades, esas que han sobrevivido el paso del tiempo hasta que llegaste tú y te empeñaste en cambiarlo todo. Podríamos vivir tan felices sin esta locura que has desatado. Tiembla mi alma de pensar que acabaremos asesinados en cualquier esquina y tirados en cualquier fosa sin someternos al rito que por realeza nos corresponde. Eso significa que nuestra muerte, cuando llegue, será definitiva.
cuentos y relatos
Akhenatón y Nefertiti
Amenofis IV mudó el color de su rostro, que tomó un tono rojizo, camuflando la ira que sentía ante la verdad. Sólo a ella le toleraba esos arranques de sinceridad. No era el primero que por mucho menos había servido de aperitivo a los cocodrilos.
-Ya no pueden acusarme de nada, porque Amenofis ha muerto. Nos espera ya toda la corte para la ceremonia. Hoy me coronan en la nueva fe con un nombre que saldrá en todos los cartuchos que de mí hablen en adelante. Seremos Akhenatón I y su esposa Nefertiti, la mujer más hermosa que el único dios llamado Atón ha otorgado jamás a un hombre.
-¿A un hombre? ¿Acaso no eres tú un dios como tu condición de faraón hace suponer?
-Sólo hay un dios, y no soy yo. Las cosas van a cambiar.
Mientras tomaba de la mano a su esposa, el faraón pensaba. Pero le fue imposible hacerse una idea de cómo iban a cambiar las cosas.



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-Toulouse to lose. Atmosférico e intenso relato ambientado en el París bohemio de Toulouse-Lautrec.
-Caida libre. Microrrelato en el que el protagonista nos habla de su atroz vértigo y de un abominable y recurrente sueño.

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lunes, 22 de junio de 2015

lady relatos: Toulouse to lose

Relato: Toulouse to lose

París, 1892


Bailarinas. Cuentos y relatos sobre el París bohemio de Toulouse-Lautrec.
"La estrella o bailarina en escuela".
Degas, 1878
Henri asistía al Moulin Rouge como cada noche. Le gustaba moverse entre la farándula, los ilustres que pululaban por allí, pero sobre todo, entre las chicas. Henri estaba obsesionado con una de ellas, Camille Couret, que brillaba entre las otras por parecer la menos llamativa de todas. Camille gozaba de una juventud carente de ilusiones, pero las lágrimas de su hijo cada día le obligaban a ejercer como bailarina muy a su pesar. Con aquel empleo lo alimentaba y vestía profusamente en un París tan gris como la masa de pobres que la surcaban desde el Sena hasta Montmartre. Aquel barrio tan cuajado de estrellas del arte que sólo caminando por sus calles se alimentaba el espíritu, los talleres, los pintores callejeros, la bohemia que desprendía cada poro de piel entre aquellas añejas cuestas e interminables escaleras.