¡Corre, Lizzy, corre!
Detroit, 2023
-¡Ven,
deprisa, por aquí, escóndete!
Un
joven de apenas diecinueve años trataba de ayudarla. La perseguían.
Tiró
de su brazo hacia sí, sacándola de la vista de sus perseguidores. La ocultó en
un escondrijo que conocía entre aquellos añejos restos de arqueología
industrial, una vieja fábrica de luz abandonada desde hacía décadas. Todo el
hierro había sido sustraído en una rapiña constante, pero las paredes y
estructuras seguían en pie, aunque sin techo, lo que convirtió aquel lugar en
un extraño reducto en el que la naturaleza verde y el ladrillo se mezclaban en
insólita armonía, convirtiendo el lugar en un dédalo inmenso.
-¿Quién eres? ¿Por qué me ayudas? –preguntó
ella, todavía asustada-. Soy Elizabeth.
-No
importa quien soy yo, Lizzy. Y no te ayudo, me ayudo a mí. Cuanto menos sepas,
mejor. Calla. Ya llegan.
El
joven sacó una pistola. Quitó el seguro. El clic
hizo temblar a la chica.
Era un grupo de once pistoleros a sueldo y varios operadores y técnicos de televisión.
Doce
concursantes armados al estilo Rambo. Corrían, miraban, lo escudriñaban todo.
Se jugaban algo importante, no dinero, ni fama, sino al contrario, su
reputación de matones les podría suponer integrarse en alguna mafia. Para eso
concursaban, era como un examen de ingreso, como un casting macabro. Se trataba de un black reality. El premio era cazar a
Lizzy, una víctima elegida al azar. El pecado de la chica había sido estar en el sitio inadecuado en el momento inadecuado.
El
ganador de la IX Edición, el joven escondido a su lado.
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