La
ilusión se llama Salvador
En
alguna capital populosa de la Tierra
2022
La
abuela, una mujer todavía de aspecto joven y bien parecida, salió del colegio
del niño, de tener una reunión con la tutora del chaval, que cursaba el primer
año de primaria. Salvi era un niño bueno, aunque en el colegio a veces
protagonizaba algunas travesuras, no más ni menos que otros niños, pero aquel
día le tocó a la abuela ir a hablar sobre cómo llevar bien las travesuras de
los niños tan pequeños, educarlos en el orden y en la serenidad que se
necesitan para que el aprendizaje sea completo, y que ciertas actitudes no se
transformen en un aluvión de problemas pasado el tiempo. Pues bien, la última
de Salvi fue poner pegamento de contacto en los borradores de la pizarra de
clase, de tal forma que no se podían levantar una vez pegados.
La abuela llevaba al niño de la mano, camino de casa. Pararon en una tienda de helados y le compró uno, pero no se lo dio hasta llegar a casa, esperando a que merendase primero, y sentado, escuchase lo que la abuela quería decirle.
La abuela llevaba al niño de la mano, camino de casa. Pararon en una tienda de helados y le compró uno, pero no se lo dio hasta llegar a casa, esperando a que merendase primero, y sentado, escuchase lo que la abuela quería decirle.
-Salvi, querido. Ya eres mayor, tienes casi seis
años, y por tanto ha llegado la hora que sepas algunas cosas que nunca te
contamos. Hoy fuiste travieso, y podías haber disgustado a tus papás. Y tus
papás no se merecen eso. Ven, siéntate y escucha.
-Sí, abu. ¿No me reñirás?
-No, solo te contaré cosas que no sabes. Estate
tranquilo. Verás. Desde que tus papás se conocieron, siempre quisieron tener un
nene como tú.
-Y bueno, vine.
-No es tan sencillo. Ellos querían ser papás, pero no venías. Lo intentaron, el cielo bien lo sabe, pero no estabas en los planes de Dios o de quien tenga a bien controlar estas cosas. Cuando vieron que te retrasabas fueron al doctor.
-No es tan sencillo. Ellos querían ser papás, pero no venías. Lo intentaron, el cielo bien lo sabe, pero no estabas en los planes de Dios o de quien tenga a bien controlar estas cosas. Cuando vieron que te retrasabas fueron al doctor.
-¿Para qué, abu?
-Para que ayudase a quedarse embarazada a tu
mamá con algún tratamiento que la estimulase y así lograr que vinieses. Lo
intentaron con ayuda del doctor muchas veces durante años. Una vez tu mamá se
quedó embarazada tras uno de esos tratamientos.
-¿Y entonces llegué yo?
-Pues no. El embarazo ocurrió donde no debía y el niño no maduró, lo perdió. Lloraron mucho tus papás. Entonces, cuando comprendieron que por medios naturales no venías, pensaron en adoptar un nene sin papás para quererlo como si fuese suyo propio y para siempre.
-Pues no. El embarazo ocurrió donde no debía y el niño no maduró, lo perdió. Lloraron mucho tus papás. Entonces, cuando comprendieron que por medios naturales no venías, pensaron en adoptar un nene sin papás para quererlo como si fuese suyo propio y para siempre.
-¡Ahora sí, entonces me eligieron a mí!
-No, cariño. Los papeles que pedían eran
numerosos, las exigencias eran muchas, las fueron cumplimentando todas, pero el
tiempo iba pasando, y aunque cumplían todos los requisitos exigidos para ser
papás adoptivos, no había noticias de la adopción, por lo que regresaron a ver
al doctor, cada vez con menos esperanzas. Lo intentaron una y otra vez.
Lloraron, sufrieron mucho, pero nunca tiraron la toalla. Para ellos eres un
niño muy deseado, una bendición. Un día, y cuando menos nadie lo esperaba tras
otros tratamientos fallidos, entonces ocurrió.
-¿Ya vine? ¿Tampoco?
-Si, cariño, viniste por fin, mes y medio antes de tiempo. Los dos, tanto tu mamá como tú estuvisteis en peligro, pero al final llegaste y no lo podíamos creer. En realidad eres el producto de un milagro, trajiste la alegría a casa de tus papás y de la mía. Tantos años, tantas lágrimas, mi niña qué mal lo pasó… pero estás aquí, querido nieto. Y por todo lo que te aman tus papás y toda la familia tienes que ser bueno y no hacer llorar a tu mamá por tu mal comportamiento.
-Si, cariño, viniste por fin, mes y medio antes de tiempo. Los dos, tanto tu mamá como tú estuvisteis en peligro, pero al final llegaste y no lo podíamos creer. En realidad eres el producto de un milagro, trajiste la alegría a casa de tus papás y de la mía. Tantos años, tantas lágrimas, mi niña qué mal lo pasó… pero estás aquí, querido nieto. Y por todo lo que te aman tus papás y toda la familia tienes que ser bueno y no hacer llorar a tu mamá por tu mal comportamiento.
El
niño se quedó pensativo, y después dio un buen tiento al helado. Entonces
abrieron la puerta. Era mamá.
-¡Ya llegaste de trabajar, mami! La abuela fue
al colegio a buscarme y a hablar con la profesora.
-¿Sí, cariño? ¿Cómo fue la reunión, mamá?
–preguntó la mamá a la abuela mientras abrazaba a su hijo.
-Bien, una travesura, nada más. Pero Salvi es un
niño bueno y a partir de ahora lo va a ser todavía más. Porque tú no quieres
que mamá llore, ¿no es eso?
-No, mamá. Te prometo que voy a ser bueno
siempre. Ya lloraste mucho porque yo no venía, y ahora que llegué no es justo
que te siga haciendo llorar. Mamá…
-¿Qué, tesoro?
-¿Antes de nacer yo me buscabas tanto que
llorabas porque no venía?
-Lloré, pataleé, negué con la cabeza, me enfadé
con la vida –le dijo en cuclillas tomando su carita entre las manos-. Pero hubo
una cosa que nunca hice.
-¿Y qué fue?
-Perder la esperanza y la ilusión. Por eso
viniste finalmente. Años antes de que nacieras, ya te queríamos con locura.
Eres un sueño cumplido.
-Yo
también os quiero mucho mamá –dijo el niño abrazándose a ella tiernamente-. Y
te prometo que voy a ser bueno. No quiero que lloréis más por mí. No sería
justo.
La
abuela guiñó un ojo a la mamá, que sonrió mientras seguía abrazando a su
querido niño, que tanto había demorado su llegada.
Dedicado a ti, querida Líber, y a tu muy amado nieto recién nacido y sobre todo al coraje y la determinación de sus padres, valientes y decididos hasta el final. La felicidad llegó por fin. Disfrutadla.
La ilusión se llama Salvador de Susana Villar está subjecta a una licència de Reconoixement 4.0 Internacional de Creative Commons
Las lagrimas son cosa buena cuando vienen preñadas de agradecimiento, asi como lo has descripto y relatado solo como tu' puedes hacerlo fue una larga historia de 16 años, durisima, dolorosa y con un milagro llamado Salvador que ahora nos colma la vida. Graccias mi Su querida, GRACIAS por tu pluma, comprension y AMOR!!!!! Eternamente mi anam-cara! Te quiero y por fortuna lo sabes, lo sabemos! Liber, Abu Liber.
ResponderEliminarNo, gracias a ti por todos estos años en los que te has convertido en parte importante de mi vida, tus esperanzas las hice mías. Ahora todo ha culminado felizmente... ¡A disfrutar de ese niño! ¡Y cuidadín, que enseguida se acostumbran al brazo!Océanos de amor.:D
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