Un
talento muy especial
-¡Niño, deja de enredar y sal
al campo con el rebaño!
José entornó los ojos cuando
recordaba sus difíciles comienzos en aquellos años de guerra de su infancia. Su
familia tenía vacas y mientras tanto, los franceses intentaban conquistar la
península. Qué comienzos de siglo tan complicados, especialmente para un niño
de la Cabrera.
A José lo que de verdad le
gustaba era desmontar cosas. Desmontaba cada objeto que veía para ver lo que
tenía dentro. Su curiosidad no tenía límites, y a la que se descuidaba
cualquiera en el pueblo, ya iba él a desmontar para observar y volver a
montarlo todo. Y cuando lo hacía, aquello seguía funcionando, muchas veces
mejor de lo que lo hacía antes de su intervención, por lo que los aldeanos en
vez de enfadarse con él, se limitaban a asentir con la cabeza, como aprobando
la inquietud científica de aquel niño.
Poco a poco fue montando de
nuevo el reloj, hasta que le dio cuerda… y aquello volvió a hacer “tic tac”. El
viejo reloj del abuelo recobró vida. Sus padres le agradecieron el esfuerzo y
guardaron aquella pequeña reliquia familiar. José siguió cuidando el rebaño de
vacas de su padre hasta que se hizo mayor, cuando avatares políticos le
enviaron directamente al exilio.
Los años habían pasado y Jose
se había establecido en Londres. Pensaba en todas estas cosas mientras escribía
una carta a sus padres.
“Queridos
padres:
Les
escribo esta carta para contarles que me he establecido en Londres y me dedico
al negocio de los relojes. Los arreglo, los fabrico nuevos con piezas que he
ido guardando a lo largo de los años y por ahora me va bien. Estoy haciendo
fortuna: la acogida ha sido extraordinaria, tanta, que he recibido el encargo
de terminar la fabricación y puesta en funcionamiento de un gran reloj que
presidirá el Parlamento de Londres. Por desgracia el hombre que se encargaba de
esos trabajos ha fallecido y se han fijado en mí para acometer y culminar tan
importante empresa.
Por
lo demás, me he casado con una mujer escocesa y soy muy feliz. Espero que
ustedes y mis hermanos se encuentren bien y sean felices también.
El
año que viene tengo previsto viajar a Madrid para un encargo del ayuntamiento,
aprovecharé entonces para pasar por el pueblo a hacerles una visita.
Nada
más, les envío un abrazo y recuerdos para mis hermanos, Dios les guarde a todos.
José”.
El reloj que mencionaba de
Londres sería el Big Ben. Y el que acordó construir para la ciudad de Madrid
fue el de la Puerta del Sol que cada año marca el final y el comienzo del nuevo
año. Lo montó, lo calibró y se lo regaló a la capital de España. Y todavía funciona, con la tecnología de aquellos ya lejanos tiempos.
Todo un personaje, del cual soy
orgullosa descendiente.
En la vida de José Rodríguez de
Losada casi todo es leyenda, pero este relato trata de ser mi humilde homenaje, solo producto de mi imaginación.
Gracias por haber sido tan grande.
Un talento muy especial de Susana Villar està subjecta a una llicència de Reconeixement 4.0 Internacional de Creative Commons
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